La abuela necesita besito
Un buen día, la abuela María se pierde por el pasillo, no quiere comer, no se acuerda de cómo se llama... Su nieta Maite, de ocho años, no entiende qué pasa, y siente cómo se trastoca todo su mundo cuando la abuelita se muda a vivir con ella y sus padres. Esta historia, que podría ser el caso real de miles de familias españolas, es la sinopsis de «La abuelita necesita besitos» (Editorial Proteus), un cuento escrito por Ana Bergua y publicado por la editorial Proteus con el que la autora quiere ayudar a entender a los más pequeños por qué la abuela de pronto olvida historias, nombres y juegos.
La mayoría de los pequeños se siente desplazado cuando la enfermedad entra en casa
Lo que es difícil de asumir para los mayores es más complicado aún de entender para los pequeños. Los niños no comprenden el proceso de envejecimiento, especialmente cuando va acompañado de enfermedades degenerativas. «No aceptan que los adultos tengan lagunas de memoria o que los abuelos en muchas ocasiones acaben viviendo con ellos, alterando, de repente, su entorno familiar, y haciéndoles sentirse desplazados», explica Ana Bergua, autora de «La abuela necesita besitos», un libro ideado específicamente para explicar la situación a los niños que conviven con familiares con enfermedades degenerativas, especialmente alzhéimer. Los pequeños, cuando llega esta situación, pueden experimentar diferentes sensaciones y estados de ánimo, tal y como explica Carolina Mendoza, neuropsicóloga del Centro Alzhéimer Fundación Reina Sofía, a lo que se une «que el niño no entiende que sus padres tengan que estar mucho más pendientes de el abuelo que de él, o dejar de hacer actividades que antes se hacían en casa.
Los padres no deben eludir explicar a sus hijos que el abuelo está enfermo.
Lo importante es, según Inés Quiroga, psicóloga de la Fundación Alzheimer
España (FAE), intentar explicar al niño que el abuelo está malito. «Depende de
la franja de edad del nieto, pero siempre hay que tratar de explicar que el
abuelo está enfermo y no pasar por encima de la situación como si esta no
ocurriera». En la misma línea se expresa Carolina Mendoza, quien apuesta porque
los padres cuenten con asesoramiento inicial para conocer los aspectos
generales de la enfermedad y poder así establecer una comunicación clara y
abierta con sus hijos sobre los cambios que van a experimentar con este miembro
de la familia que ahora va a estar más cerca de todos y que no va a comportarse
igual.
En fases iniciales se puede implicar al niño en tareas sencillas
En algunos casos, si el alzhéimer no está muy avanzado y todavía no existen muchas alteraciones de comportamiento, estas profesionales coinciden en que los pequeños pueden sentirse útiles. «Se trata de involucrar al niño, pero a través del juego o de actividades que le resulten gratas, y siempre sin exceder sus responsabilidades», sugiere Bergua. . «Hace que puedan sentirse parte importante del proceso y, al mismo tiempo, entender por medio de las vivencias la enfermedad». En las fases iniciales los nietos que viven con sus abuelos enfermos de Alzhéimer, pueden ayudarles en tareas tranquilas, seguras, que no impliquen ningún riesgo, por ejemplo, las tareas repetitivas son una de las mejores opciones, tales como acomodar y doblar la ropa, poner la mesa, ayudarles en el peinado, regar las plantas, caminar por el pasillo de casa...». «También hay otras actividades que se pueden hacer junto a los padres, como mirar juntos un álbum de fotografías de la familia y que entre todos identifiquen quienes están en ella, cuando fue tomada, etc., o poner música y tratar de cantar con él o ella canciones de su época que pudiera recordar», sugiere.
Los besos y las caricias son positivos para estos enfermos
La autora de "La abuela necesita besitos" insiste que es un remedio infalible para apciguar los procesos degenerativos: Amor, ternura y muchos besos. Sí, está comprobado que en fase avanzadas de la enfermedad el mantener el contacto ocular, darle besos o caricias...es positivo para estos enfermos, porque todavía pueden reacionar ante los mismos aunque ya no se puedan comunicar verbalmente. En fases moderadas, el abrazarles, darles la mano, llamarles por su nombre.... les ayuda a que puedan estar conectados con su entorno aunque no nos reconozcan, pero les brindamos compañia, seguridad y cariño.
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